PSICOLOGÍA Relaciones sociales
Compañeros
tóxicos para la salud
·
Muchas bajas laborales están inducidas
por malas relaciones con compañeros o jefes que contagian negatividad, estrés y
agresividad
BEATRIZ G. PORTALATÍNMadrid
En algún momento de nuestra vida nos
hemos cruzado, o si no seguramente lo hagamos, con gente tóxica por el camino.
Personas que de algún modo ponen nuestro mundo patas arriba y provocan
desajustes en nuestra salud física y mental. Pueden poner de los nervios,
inducir ansiedad, irritabilidad, amainar incluso nuestra autoestima y, en el
peor de los casos, contribuir o generar depresiones importantes. Estas
relaciones tóxicas se dan no sólo en parejas sino también con amigos,
compañeros de trabajo, o incluso con familiares. ¿Cómo debemos actuar con
ellos?
«Una persona envidiosa es capaz de
utilizar la insidia y la mentira en sus actuaciones. Nuestra respuesta y
actitud debe ir encaminada a debilitar sus estrategias. El envidioso sólo se
frena ante nuestra seguridad», admite Mª Jesús Álava Reyes, directora del
centro de psicología Álava Reyes de Madrid y autora del libro Trabajar sin
sufrir.
Aprender a manejar determinadas
situaciones y adoptar herramientas para poder enfrentarse cara a cara con
algunas personas es crucial para salir ileso ante ciertos comportamientos. «Hay
muchas bajas laborales inducidas por malas relaciones con los compañeros o
incluso con el propio jefe», mantiene Mila Cahue, psicóloga del mismo centro.
Estas situaciones
suelen llevar a estados de estrés o ansiedad que incapacitan el rendimiento de
estas personas, llevándolas a tener que dejar su trabajo en muchos casos. «Del
50% al 60% de las ausencias al trabajo que se producen al año están ocasionadas
por situaciones de estrés», según un informe elaborado en 2009 por la Agencia Europea para la Seguridad y la
Salud en el Trabajo (European Agency for
Safety and Health at Work, EU-OSHA). Es más, estimaciones recientes de la
Organización Mundial de la Salud señalan que «la ansiedad y la depresión serán
la principal causa de baja laboral en las naciones desarrolladas en el año
2020».
Pero no sólo en el terreno laboral pueden aparecer relaciones tóxicas,
sino también en el entorno social. Todos en algún
momento de nuestras vidas podemos toparnos con alguna persona que para nosotros
resulte tóxica. «Cualquier cosa que implique una relación (del tipo que sea)
puede producir toxicidad, y hay que mirar en qué grado. No se trata de personas
ni de perfiles concretos sino de un patrón de conducta», afirma Cahue.
Rasgos característicos
Algunos de los rasgos
característicos que configuran este patrón son la manipulación, el pasar de un
extremo a otro (un día soy muy simpático contigo y otro día soy todo lo
contrario), o el mentir de forma constante y justificar esa mentira siempre
culpando a los demás. Un rasgo muy característico es que en las discusiones
suelen llevarlas siempre al terreno de lo personal en vez de centrarse en el
foco de la discusión en sí. Para el psicólogo y escritor José Enrique Vázquez,
una persona tóxica es aquella que en las relaciones interpersonales desgasta,
culpabiliza, intimida y le roba la energía y esperanza al otro:«No aportan nada positivo, no ayudan, no son empáticos ni asertivos y,
sobre todo, suelen ser tremendamente egoístas, egocéntricos y no quieren saber de respeto y
tolerancia con los demás».
En la bibliografía científica no existe
un término concreto para definir este tipo de interacciones. Cuando hablamos de
personas tóxicas, «influyen muchas variables, rasgos y características de
personalidad», expone por su parte Marta de la Fuente Lago, especialista en
Ansiedad y Estrés y Psicooncóloga en el Centro de Psicología Área Humana.
Todos, añade, nos podemos encontrar personas que están centradas en la queja,
que pueden llegar a molestar y estresar, o quizás personas que están pasando
por un mal momento y su irritabilidad afecta a otros. Pueden ser agresivas y
con falta de empatía o tener un comportamiento claramente agresivo, abusador y
destructivo. A éstas se las podría catalogar como personas con un trastorno de
personalidad.
No siempre es fácil detectar a las
personas tóxicas, pero el cerebro suele avisar: «Lo hace en forma de tensión»,
informa Cahue. La relación con esa persona nos produce una determinada tensión
que, dependiendo del caso y de la persona, se puede traducir en migrañas,
úlceras de estómago, dermatitis, ataques de pánico, ansiedad e incluso, en
situaciones más graves y complicadas, puede producir ciertos tics. Esa tensión
es la que nos avisa de que estamos ante una relación que no nos conviene o que
debemos cambiar nuestra forma de actuar ante ella para que no tenga
consecuencias negativas.
El problema no es que
existan estas personas sino cómo nosotros las interpretamos. «Es importante no valorarlas como una amenaza(aunque en muchas ocasiones puedan serlo), y tomar una actitud activa,
centrada en la búsqueda de soluciones, marcando límites para defender nuestros
derechos. Resulta muy positivo identificar y conocer nuestras limitaciones»,
explica de la Fuente.
Aunque en muchos casos
se intenta escapar de estas personas, en ocasiones
esa huida es imposible. Por ejemplo, cuando el
jefe es la persona tóxica. En una situación así hay que actuar teniendo en
cuenta ciertas indicaciones. Por ejemplo, si vamos a tener una reunión en su
despacho, Vázquez aconseja realizar un ejercicio de relajación: «Relajarnos
para darnos una ducha interior rápida que limpie nuestro propio veneno en forma
de tópicos, expectativas, o falsas creencias que pueden dar un tinte más
dramático a la situación». Y después de centrarnos en la respiración, tomar
lentamente unos sorbitos de agua que nos darán ese punto de tranquilidad y paz
que necesitamos. Además, «tenemos que confiar en nuestros valores», indica el
experto.
Por su parte, de la Fuente expone tres
pasos imprescindibles para ese cara a cara. Primero, observar cómo estamos a
nivel físico. Segundo, prestar atención a nuestras neuronas espejo, es decir,
no contagiarnos por la agresividad e incomprensión del otro. Y pensar antes de
actuar.
Por otro lado, es muy importante durante la conversación, no entrar en
descalificativos personales y centrarnos sólo en
la parte técnica del problema en sí. No podemos olvidar, recuerda Cahue, que
estas personas suelen llevarlo todo al terreno personal.
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